
Donald Trump, expresidente de Estados Unidos y figura clave en la política actual, ha sido diagnosticado con insuficiencia venosa crónica. Este trastorno afecta el flujo sanguíneo en las piernas y suele manifestarse con hinchazón, dolor y sensación de pesadez. El diagnóstico fue realizado luego de que Trump presentara inflamación persistente en sus extremidades inferiores. Aunque no se trata de una enfermedad mortal, sí requiere atención médica continua para evitar complicaciones mayores.
La insuficiencia venosa crónica es una afección común en personas mayores de 60 años y puede verse agravada por la inactividad física o antecedentes circulatorios. En el caso de Trump, se le ha indicado reposo, tratamiento con medias de compresión y seguimiento especializado.
El anuncio de su estado de salud llega en un momento decisivo, ya que Trump mantiene una intensa agenda pública y continúa como figura central del panorama electoral estadounidense. Su equipo ha informado que el expresidente se encuentra estable y con ánimo, pero bajo estricta observación médica.
Expertos aseguran que, con el tratamiento adecuado, Trump podría seguir con sus actividades, aunque debe reducir esfuerzos físicos y evitar estar mucho tiempo de pie. La condición no interfiere directamente con su capacidad para cumplir compromisos, pero sí requiere ajustes en su rutina.
Este diagnóstico genera interés tanto por su impacto en la salud de Trump como por su influencia en su imagen pública y política. La insuficiencia venosa crónica podría convertirse en un tema de discusión en los próximos meses, especialmente en el contexto electoral.