
Durante el Festival del Juane Amazónico en Tarapoto, miembros de la orquesta internacional Yurimaguas vivieron un momento crítico. Uno de sus conciertos casi termina en tragedia cuando la multitud invadió el escenario, cerca de aplastarlos. Asistentes empujaron las barreras, causaron caos y obligaron a interrumpir la presentación. Afortunadamente, el personal de seguridad actuó a tiempo, evitando daños personales mayores.
Este episodio vuelve a poner en el centro del debate la necesidad de reforzar las medidas de seguridad en eventos masivos. Tarapoto es una ciudad cultural y turística clave en la Amazonía, y sus festivales atraen a cientos, incluso miles, de asistentes. Pero cuando la euforia supera los límites, ocurren hechos peligrosos. El caso de Yurimaguas es un llamado de atención para los organizadores locales y las autoridades.
En festivales de similares características, como los realizados en Lima o Cusco, ya se implementaron protocolos más estrictos: control de aforo, barreras resistentes, señalización clara y personal de seguridad entrenado. Tarapoto debería adoptar medidas similares para ofrecer experiencias seguras. La población merece disfrutar de la música sin vivir momentos de alto riesgo.
Asimismo, este hecho complica la reputación de la ciudad como sede de eventos culturales. Los turistas, al conocer este tipo de incidentes, podrían decidir asistir a festivales en otras regiones. Por eso, una gestión adecuada no es solo una cuestión de seguridad, también es una cuestión de imagen y sostenibilidad. Crear espacios seguros fortalece la marca cultural de Tarapoto y genera confianza.
Finalmente, el incidente debe servir como aprendizaje. Los futuros festivales, incluido el Festival del Juane Amazónico, deben verse como oportunidades para mejorar la organización. Con protocolos firmes se puede garantizar que la música siga sonando, las multitudes sigan bailando, y que nadie termine en peligro.