
Pepe Tueros, quien perdiera a su hijo Brandon Tueros Victorio en febrero pasado y se convirtiera en promotor de justicia en Huancayo, falleció tras ser atropellado este viernes. Brandon, contador y recién egresado de la Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP), fue asesinado en circunstancias aún sin esclarecer. Desde entonces, Pepe organizaba marchas, protestas y manifestaciones bajo la consigna de justicia por su hijo.
El viernes, mientras iba a su trabajo, Pepe fue embestido por un vehículo en fuga. Sufrió múltiples fracturas y fue trasladado al Hospital Nacional Ramiro Prialé Prialé de EsSalud en Huancayo. Allí, falleció dos días después debido a la gravedad de sus lesiones. Tenía 64 años y, tras la trágica muerte de Brandon, se había convertido en la cara visible de una familia en duelo y en reclamo.
Pepe protagonizó marchas con pancartas exigiendo claridad sobre el asesinato de Brandon. La comunidad huancaína, junto a medios locales, respaldaba su lucha. El atropello y posterior fuga del conductor agravan la situación y generan indignación. La familia exige que la Policía encuentre al responsable y que las autoridades investiguen tanto la muerte de Brandon como el fatal atropello.
La muerte de Pepe deja heridas abiertas en Huancayo. Su activismo, nacido del dolor personal, obligaba a las autoridades a atender casos de violencia y exigir transparencia judicial. Ahora, con su padre también fallecido por acción de terceros, la demanda de justicia se vuelve urgente y colectiva.
Este doble golpe mancha el panorama local: un joven murió de forma violenta, y luego su padre fue víctima de un conductor irresponsable. La comunidad pide investigar, sancionar y prevenir tragedias similares. Advierten que, si no reciben respuesta, volverán a las calles para exigir justicia y reparación.
En síntesis, Huancayo llora a Brandon y a Pepe Tueros. Una familia y su comunidad claman por justicia frente a la impunidad y el abandono estatal. El caso ya exige acción inmediata: justicia por muerte, justicia por atropello, justicia por dignidad.