
India lanzó una ofensiva con misiles contra Pakistán en respuesta al atentado ocurrido el 22 de abril en Pahalgam, Cachemira, que dejó 26 muertos, en su mayoría turistas hindúes. El gobierno indio afirmó que los blancos del ataque eran “infraestructuras terroristas” utilizadas para planificar agresiones contra su territorio.
Según el Ministerio de Defensa de India, la operación fue “específica y equilibrada”, y no tuvo como objetivo instalaciones militares. Sin embargo, Pakistán informó que los misiles provocaron la muerte de al menos tres personas, entre ellas un menor, y dejaron 12 heridos. También se reportó que dos mezquitas fueron alcanzadas, lo que elevó la tensión regional.
Pakistán condenó el ataque como un acto de “agresión cobarde” y anunció que tomará represalias en el momento y lugar que considere oportunos. Como medida inmediata, Islamabad activó su fuerza aérea, cerró el espacio aéreo y suspendió todos los vuelos nacionales e internacionales.
El detonante de esta nueva escalada fue el atentado en Cachemira, una región en disputa entre India y Pakistán desde hace décadas. Aunque ningún grupo se ha atribuido el ataque en Pahalgam, India acusa a Pakistán de estar detrás, una acusación que Islamabad niega.
Este incidente marca uno de los momentos más tensos entre ambas potencias nucleares en los últimos años. La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo del conflicto, temiendo que una nueva guerra pueda desatarse si no se controla la situación.
Mientras tanto, el pueblo de Cachemira vive bajo incertidumbre y miedo, en medio de una historia que se repite una vez más con violencia, pérdidas humanas y nulas soluciones políticas.