
Ollanta Humala, expresidente del Perú, ya cumple prisión en el penal de Barbadillo. Fue sentenciado a 15 años de cárcel efectiva por el delito de lavado de activos. Su traslado, realizado con fuerte resguardo policial, demoró más de 9 horas. La razón fue que primero debía pasar por el reconocimiento del médico legista en el edificio Carlos Zavala, del Poder Judicial.
La condena forma parte del caso de los aportes ilícitos al Partido Nacionalista, provenientes de Odebrecht y del gobierno de Venezuela, que financiaron su campaña presidencial del año 2011. La sentencia también alcanzó a su esposa, Nadine Heredia, quien recibió la misma pena.
Sin embargo, ella no se presentó ante las autoridades. En su lugar, se refugió en la Embajada de Brasil en Lima, donde ha solicitado asilo político, generando un nuevo episodio de tensión diplomática entre Perú y Brasil.
Barbadillo, el penal ubicado en Ate, ya aloja a otros dos expresidentes: Pedro Castillo y Alejandro Toledo, ambos también investigados o condenados por corrupción. La llegada de Humala lo convierte en el tercer exmandatario en ser internado en este recinto.
El caso ha despertado indignación y debate en la ciudadanía, que observa cómo la justicia alcanza a los más altos niveles del poder. Mientras tanto, la opinión pública se pregunta si Nadine Heredia logrará evadir su sentencia refugiándose en suelo diplomático.
El panorama político peruano se vuelve cada vez más complejo. Con tres expresidentes en prisión y otros investigados, la crisis institucional se profundiza.