
Corea del Norte disparó más de diez proyectiles de artillería hacia el mar Amarillo, en una nueva escalada militar que sacudió la península coreana.
El ataque ocurrió cerca de islas surcoreanas, justo dentro de la zona de amortiguamiento. El Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur lo calificó como una “provocación que amenaza la paz”. En respuesta, Seúl ordenó la evacuación preventiva de residentes de Yeonpyeong y Baengnyeong, y luego lanzó un fuego real en maniobras militares.
Aunque no hubo heridos, el acto generó alerta en la región. China hizo un llamado a detener la espiral de tensión y a retomar el diálogo .
Este episodio es la peor provocación desde 2010, cuando Corea del Norte bombardeó Yeonpyeong, provocando muertos y escaladas militares. Ahora, el mensaje es claro: Pyongyang rechaza acuerdos de cese de fuego y ejerce presión militar ante maniobras conjuntas de Seúl y Washington.
La región está en vilo. Corea del Sur intensifica sus ejercicios. El riesgo de un mal cálculo o accidente crece. La comunidad internacional vigila de cerca, temiendo una escalada más amplia. La acción norcoreana muestra su estrategia: usar la artillería para intimidar y desafiar a aliados regionales. En una alusión estratégica, Pyongyang apunta a mantener una postura firme en cualquier negociación.
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