
Cañete vive una de sus jornadas más violentas del año. En menos de 24 horas, cinco personas fueron asesinadas en diferentes puntos de la provincia, generando pánico entre la población. Los homicidios ocurrieron en San Vicente, Imperial y Nuevo Imperial. Todas las víctimas presentaban heridas de bala, la mayoría en la cabeza y el pecho, lo que apunta a ejecuciones por encargo. La violencia crece sin control y la ciudadanía exige acciones inmediatas.
Testigos relataron haber escuchado disparos, pero el miedo a represalias impide que muchos colaboren con la investigación. Los negocios cierran temprano y las calles lucen vacías por las noches. El temor es generalizado.
Las autoridades aún no identifican a los responsables, pero se sospecha de bandas criminales que operan en la zona. La Policía ha intensificado los patrullajes, pero los resultados son mínimos. No hay detenidos hasta el momento.
El alcalde de Cañete ha pedido al Gobierno más presencia policial y apoyo logístico para enfrentar esta creciente ola delictiva. Denuncia que el crimen organizado ha ganado terreno por la falta de recursos y la escasa coordinación entre autoridades locales y nacionales.
La situación en Cañete refleja un problema más amplio: la inseguridad en el país. Cada asesinato impune refuerza la percepción de abandono. La ciudadanía exige justicia y protección, antes de que la violencia siga escalando.
La prensa local y nacional sigue de cerca el caso, que podría marcar un antes y un después en la lucha contra el crimen en esta parte del sur de Lima.