
Henry Córdova Ambrosio fue condenado en 2017 a 18 años de prisión por asesinar a su pareja por estrangulamiento en San Jerónimo de Tunán, en Huancayo. Ayer, volvió a cometer un crimen similar dentro del penal de Satipo, esta vez contra su nueva pareja, a quien también asfixió hasta causarle la muerte, según reportes de las autoridades .
El doble femicidio genera conmoción nacional. Un hombre ya condenado por feminicidio logra matar otra vez en un recinto donde debería estar controlado. El hecho revela una grave falla en los protocolos de seguridad penitenciaria: no hubo control eficaz para prevenir un segundo asesinato.
La Policía Nacional y los equipos del penal investigan cómo ocurrió el ataque. Analizan posibles negligencias y determinan si se violaron las condiciones de custodia. Las autoridades penitenciarias revisan ahora la concentricidad de los internos y el acceso a espacios comunes.
Este caso dispara un debate urgente: ¿cómo reforzar la seguridad en penales y proteger a las víctimas, incluso dentro de la cárcel? Organizaciones y autoridades piden mejor control, vigilancia constante y separación efectiva de reclusos violentos.
Además, hay críticas al sistema judicial. El fallo de 2017 no contempló medidas para evitar que un condenado por violencia extrema repitiera su crimen tras ingresar al penal. Hoy se plantea reformar regulaciones y dictar mayores restricciones para feminicidas internos.
El asesinato de esta segunda mujer dentro del penal manda un mensaje claro: la violencia machista no se detiene en la prisión. Por el contrario, puede escalar si no se aplican controles efectivos y medidas preventivas.
En conclusión, este nuevo femicidio exige una reforma profunda en el sistema penitenciario peruano. Es urgente reforzar protocolos y capacitación. Solo así se evitará que casos atroces como este vuelvan a repetirse en nuestras cárceles. La sociedad exige respuestas y garantías de que estas paredes no serán refugio de nuevos asesinatos.