El Senado de EE.UU. aprobó esta semana el presupuesto respaldado por Donald Trump, tras una votación ajustada de 50‑50, resuelta gracias al voto decisivo del vicepresidente J.D. Vance. El paquete incluye una inversión de $350 000 millones en defensa nacional y seguridad fronteriza, parte de una estrategia de “votación-a-rama” impulsada por Líder del Senado Lindsey Graham.
Además, extiende recortes fiscales de 2017, elimina el impuesto sobre propinas y fortalece medidas migratorias. Pero financia estos gastos con recortes a programas sociales: Medicaid y SNAP, amenazando la cobertura de salud y asistencia alimentaria para hasta 12 millones de personas.
La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) advierte que este plan incrementará la deuda federal en más de $3 billones en la próxima década. Este impacto fiscal genera preocupación no solo entre demócratas, sino también en republicanos moderados como Rand Paul y Susan Collins .
Tres senadores republicanos votaron en contra, marcando tensión interna dentro del partido. Al aprobarlo, Trump lo calificó como su “gran y hermoso proyecto de ley”, aunque críticos como Elon Musk lo calificaron de irresponsable .
El siguiente paso es la Cámara de Representantes, donde también hay resistencia. Trump pretende firmarlo antes del 4 de julio, pero enfrenta obstáculos en ambas cámaras. La aprobación del Senado marca un avance clave para su agenda presupuestaria.
En resumen, el presupuesto amplía inversión en defensa y migración, prolonga recortes fiscales y asesta un duro golpe a programas sociales y de salud. Se anticipan fuertes negociaciones y protestas, tanto por su costo fiscal como por su impacto en la cobertura médica y alimentaria de millones de ciudadanos.
