
La relación entre México y EE.UU. vive su momento más tenso en décadas. Donald Trump, en su segundo mandato, reafirmó la imposición de aranceles del 25% a productos mexicanos y canadienses. Su objetivo: presionar a ambos países para reforzar la seguridad en la frontera y frenar el tráfico de fentanilo.
Ante esto, Claudia Sheinbaum pidió calma y solicitó diálogo con EE.UU. Además, altos funcionarios mexicanos viajaron a Washington para coordinar acciones contra el crimen organizado.
Expertos advierten que esta crisis es la más grave desde la Revolución Mexicana. Abelardo Rodríguez Sumano señala que Trump adopta una política “neoimperial” basada en la fuerza y la coerción, debilitando los lazos entre ambos países.
La historia de México y EE.UU. ha estado marcada por momentos de gran tensión. Desde la invasión de Columbus en 1916 hasta la crisis del agente de la DEA Enrique Camarena en 1985, la relación ha oscilado entre la cooperación y el conflicto.
Trump ha utilizado la “diplomacia coercitiva”, combinando negociaciones con amenazas. Esto ha afectado el Tratado entre México, EE.UU. y Canadá (TMEC), debilitando la integración económica regional.
Además, EE.UU. designó a seis cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, lo que México considera un riesgo para su soberanía. En respuesta, Sheinbaum propuso una reforma constitucional para endurecer penas contra extranjeros que trafiquen armas o violen la soberanía mexicana.
Funcionarios advierten que la decisión de Trump podría justificar ataques de EE.UU. contra cárteles en México. La mandataria mexicana ha rechazado cualquier intervención extranjera, insistiendo en la cooperación, pero sin subordinación.