
China vuelve a estar en el centro de la atención mundial tras la condena a muerte del exministro de Agricultura, Tang Renjian, acusado de recibir sobornos millonarios. Un tribunal de la ciudad de Changchun, en la provincia de Jilin, declaró culpable al exfuncionario de corrupción, tras comprobar que aceptó más de US$38 millones en sobornos entre 2007 y 2014.
La sentencia establece la pena de muerte con suspensión de dos años, lo que significa que, si mantiene buena conducta, podría convertirse en cadena perpetua. Según la Fiscalía, Tang Renjian no solo recibió dinero, sino también bienes, lo que generó graves daños a los intereses del Estado y del pueblo chino.
Este caso se enmarca en la campaña anticorrupción del presidente Xi Jinping, que desde 2012 ha llevado a juicio a altos funcionarios, militares y empresarios estatales. La estrategia busca limpiar el sistema público, aunque críticos sostienen que también se utiliza como herramienta política para eliminar rivales dentro del Partido Comunista.
Tang Renjian, quien fue ministro de Agricultura entre 2020 y 2024, además de gobernador de Gansu y vicepresidente en Guangxi, se convierte en un símbolo de advertencia para quienes desafíen las reglas. Su condena refleja la severidad de la justicia china en casos de corrupción de alto nivel y refuerza el control político en un contexto donde poder y economía suelen ir de la mano.
La noticia también recuerda que otros exministros, como Li Shangfu y Wei Fenghe, enfrentan investigaciones similares, lo que evidencia que la lucha contra la corrupción sigue activa en las más altas esferas de China.